Palabras clave:
- Ayuda internacional
- Colombia
- Política exterior
- Necesidades internas
- Prioridades gubernamentales
Introducción
Desde el año 2022, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha canalizado recursos hacia la ayuda internacional, destinando aproximadamente 742.000 dólares estadounidenses y 70.000 euros a países como Cuba, Venezuela y Palestina. Aunque la cooperación internacional es una herramienta legítima de política exterior, estos movimientos suscitan críticas, dado que en un país con graves déficits sociales, económicos y estructurales, la destinación de estos fondos plantea un debate sobre las prioridades gubernamentales y el deber estatal de atender primero las necesidades internas.
Desarrollo
Colombia enfrenta múltiples desafíos sociales: un sistema de salud colapsado, una educación pública con infraestructura precaria, altos índices de pobreza, violencia, inseguridad, altos precios de combustible y gas, etc. En este contexto, la transferencia de recursos al exterior resulta, cuanto menos, cuestionable. Si bien se argumenta que estos actos de solidaridad internacional fortalecen alianzas diplomáticas y promueven una imagen progresista, su impacto interno es mínimo, mientras que las carencias locales siguen sin resolverse.
Además, con la coyuntura actual, el gobierno tiene la obligación de priorizar el bienestar de su población antes de proyectar liderazgo regional mediante dádivas simbólicas. La asignación de recursos debería responder a un análisis riguroso de costo-beneficio social, especialmente cuando se trata de un país con limitaciones fiscales y profundas desigualdades. Las prioridades deben estar alineadas con las urgencias nacionales, no con afinidades ideológicas internacionales.
Conclusión
La ayuda internacional otorgada por el gobierno colombiano entre 2022 y 2024 evidencia una desviación de los principios de eficiencia y responsabilidad social en la gestión pública. Aunque la cooperación con dichas naciones puede tener justificaciones diplomáticas, por una parte dejan en evidencia el respaldo del Gobierno a dictaduras y por otro lado, no puede hacerse a costa de la desatención de las múltiples necesidades internas. Colombia debe redefinir su política exterior bajo un criterio de racionalidad, priorizando a los ciudadanos que enfrentan diariamente la precariedad dentro del territorio nacional.